Ya no da para
más. Sí, no podemos negar que desde que el capitalismo ganó la guerra por el
predominio mundial, el progreso se instaló en la sociedades provocando el
avance más vertiginoso que se haya visto en la historia de la humanidad. Pero,
proporcional a su éxito, el impacto ambiental fue tan profundo que son
innegables sus consecuencias en el planeta. Durante tres años, 300
especialistas coordinados por el Programa de Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA ) elaboraron el informe GEO-5,
que alarmó sobre las alteraciones que provoca la actividad humana sobre
ecosistemas causando cambios “sin precedentes abruptos e irreversibles”,
que desencadenará la “sexta extinción”.
Los recursos naturales son y fueron la piedra angular del sistema
económico actual. Por lo mismo los grandes problemas de la sociedad y el
medio ambiente radican en las formas de explotación que no responden a una
lógica de sustentabilidad, justicia y conservación, sino a cánones macroeconómicos
que para su mantención deben estimular la sobre explotación de los recursos.
De hecho, el reporte anual 2012 sobre el estado del planeta elaborado
por WWF, en colaboración con la Sociedad Zoológica de Londres y la
Red Global de la Huella Ecológica y la Agencia Espacial Europea (ESA), arrojó
que en poco menos de 40 años han disminuido los ecosistemas en 30%,
afectando a 9.000 poblaciones de más de 2.600 especies. Además la
biodiversidad tropical se ha mermado en un 60%.
En consecuencia,
el estudio muestra que utilizamos 1.5 planetas para satisfacer nuestras necesidades
y que para 2030 ascenderá a dos planetas completos, lo que quiere decir que
vivimos hasta la mitad del año con lo nuestro y después gracias a un sobre
consumo similar a si uno viviera sobregirado con un endeudamiento estructural a
causa del crédito.
No se trata con volver a la dialéctica de la Guerra Fría, pues sabemos
que el Estado como estructura centralizadora de los medios de producción
tampoco ha sido capaz con el desafío de preservar la biodiversidad y la vida de
los mismos ecosistemas, porque sea quien sea (público o privado) el que le esté
echando agua, o más bien, el petroleo al molino, estará haciendo girar sus
aspas de forma inevitable hacia el colapso. Cómo olvidar la desaparición del mar de
Aral , elaccidente nuclear en Chernobil o
la escandalosa contaminación en China.
Ahora bien, los
Estados tampoco pueden ser plataformas colaboracionistas con la depredación. Es
impresentable que sean nuestras mismas constituciones las que den marco legal a
prácticas empresariales, aberrantes que nos despojan del derecho esencial
de la ciudadanía a ser soberanos del territorio al cual se pertenece.
Cuando nos fijamos en los conflictos que a diario aquejan a las
naciones nos daremos cuenta que el tema medioambiental es el que da origen al
económico y político. Ya me lo han preguntado ¿Karen, qué tiene que ver la política
con todo esto? La respuesta es bastante simple. El agua, el suelo, el aire, el
sol y todo lo demás, incluyendo personas y animales tiene propietarios que son
protegidos para lucrar y alentados para expandir su negocio, pasando por alto
las externalidades negativas que pudiesen haber. El tema es en evidencia
político.
La columna de José Ancalao en The Clinic, Enemigos Poderosos, reconoce que el conflicto
chileno-mapuche es alentado justamente por el Estado al bonificar plantaciones
forestales de privados en un 75% y en algunos casos, durante los gobiernos
de la Concertación, alcanzando el 90% de la inversión:”Una empresa forestal
invierte 10.000 millones de pesos en plantaciones, el Estado con el dinero de
impuestos de todos los chilenos ya endeudados por educar a sus hijos le
devuelve 9.000 millones de pesos a esos empresarios que se reúnen bajo el
conocido eslogan de “Bosques para Chile”. Esto ha sucedido con otras industrias como la del salmón,
donde es el Estado el encargado de invertir el grueso del monto, muchas veces
sin importar su retorno, su viabilidad o su lógica de progreso con las
comunidades y el medio ambiente, sino que respondiendo al modelamiento de una
“imagen país”.
El dirigente estudiantil mapuche, revela un punto del todo importante
en el asunto de la pertenencia versus la propiedad: “Hoy las empresas
forestales que en algún momento fueron del Estado son dueñas de más de 3
millones de hectáreas, cantidad que supera al menos en un 60% la superficie
total de propiedad indígena de todo el sur de Chile.” Pero ojo, este no es un
tema territorial exclusivamente mapuche. El tema de los recursos naturales no
hace distinción con respecto a etnias, sino que hace tabla rasa frente a un
pueblo proletario y no propietario que no puede aspirar a lo último atrapado en
las categorías de clase y las ilusorias ofertas de movilidad social por medio
de placebos como el estudio o el emprendimiento, que sabemos, no siempre
funcionan, más cuando el endeudamiento es la única vía para apelar a ellos.
Si miramos el caso de Petorca y
el robo de agua por parte de
propietarios que se amparan en la normativa de la Dirección General de
Aguas, organismo público dependiente del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y
creado bajo la Constitución del
80, que en su Código de Aguas, asigna los derechos de aprovechamiento de
aguas superficiales y subterráneas, expresando que no puede intervenir
sobre el uso que el privado haga de un derecho de aprovechamiento de agua ya
asignado, tanto como en sus redes de poder político y económico,
entenderemos que es un asunto tan generalizado como antiguo.
Hablé hoy mismo con Rodrigo Mundaca que escribió para Ciper, La privatización de las aguas en
Chile viola los derechos humanos, donde destaca que el 90%
de los derechos de aprovechamiento de aguas consuntivas (no devuelven un caudal
al río) se encuentra en manos de empresas mineras y agroexportadoras, mientras
que prácticamente el 100% de los derechos de aprovechamiento de aguas no
consuntivos (devuelven un caudal al río) se encuentra en manos de
transnacionales como ENDESA.
En esta ocasión hablamos respecto a las verdaderas razones del extenso
corte de agua que afectó a Santiago,
que Aguas Andinas – sanitaria con un directorio vinculado a una de las mayores fortunas del país: el grupo Luksic y con accionistas de la talla de el ministro del Interior Andrés Chadwick- atribuyó
a las lluvias en altura, que generalmente ocurren a 3.000 metros en verano
y no a 5.000 metros como se supone ocurrió el viernes en el Cajón del
Maipo, lo que dificultaba su potabilización al enturbiarla. Estos
argumentos no fueron aceptados por la Asociación de Consumidores dirigida por
Hernán Calderón que declaró tener serias dudas respecto a la versión de la
sanitaria, agregando que ”años atrás existía un afluente proveniente de la
laguna El Yeso que inyectaba agua limpia, lo que evitaba los cortes de agua por
esta razón”. Claro, ahora El Yeso es parte del Proyecto Hidroeléctrico
Alto Maipo junto a los cauces de los ríos Volcán, y Colorado. La verdadera
razón de la crisis hídrica de la capital de Chile.
Nuevamente es la privatización
amparada por el Estado la que causa
la problemática socio-ambiental. Mundaca me plantea que la
privatización de los recursos hídricos, es proceso que se inicia el año 1981, en plena dictadura, pero que
se “perfecciona” durante los gobiernos
de la Concertación, en particular durante el Gobierno de Frei, y de hecho Aguas Andinas es una empresa derivada de la
privatización de EMOS. Y me alumbra que “el año 2011 reportó utilidades por 111 mil millones de pesos, en
rigor, es una empresa que ha estado interesada en aumentar sus ingresos,
minimizando sus costos de producción, cero inversión…Aguas Andinas es
propietaria de 13 mil kilómetros de Cañerías por ende eventos de esta
naturaleza pueden suceder, de ripley, aunque usted no lo crea!”.
Uno podría pensar que no aplica la fabula de David contra Goliat, sin
embargo el dirigente de MODATIMA sigue firme en su lucha de consagrar constitucionalmente
el acceso al agua como un derecho humano. “Sostenemos recuperar el control
público sobre el abastecimiento de agua de bebida” me dice y me recuerda que el
año 2010, a fines del mes de julio, Naciones Unidas acogió una moción del
gobierno Boliviano, ratificando que el acceso al agua y su saneamiento era un
Derecho Humano, esencial e imprescindible. Esta moción fue aprobada con el
concurso de 122 países, Chile incluido.
Sin embargo las aguas en Chile, transformadas en un bien de capital, dejan a
los ciudadanos indefensos frente por ejemplo a los recurrentes cortes de agua,
debiendo entenderse con la empresa
privada, mientras el Estado de Chile, que debería salvaguardar el interés
común, simplemente toma palco.
Discúlpenme, no es que yo sea marxista ni vea rojo en vez de verde,
simplemente mi pensamiento crítico me hace identificar en el capitalismo
la razón fundamental de la crisis MUNDIAL causada por la apropiación de los recursos naturales para el usufructo de unos pocos. Lo
vemos en todo lo que tiene que ver con el modelo exportador primario que no es
más que la extracción de la vida del planeta. Ya sean sus minerales, peces,
árboles, agua y todo ese largo etc que late y da forma a la existencia.
Ya lo dijo William Burroughs en Expreso Nova , un
texto cargado de beligerancia apocalíptica en contra de los dueños del mundo
que, parafraseando al inspector J.Lee de la Policía Nova: “han vendido el suelo bajo los pies de los
que nunca nacerán. Traidores de todas las almas en todas partes. ¿Necesitan el
nombre de Hassan i Sabbah para sus inmundos negociados? ¿Para
vender a los no nacidos?”. Esta cruda reflexión la utilicé en la columna: Chile se vende o los recursos
naturales como botín de unos pocos en donde caía realmente
perfecto.
Todo indica que los habitantes reclaman para sí
el derecho de soberanía, de pertenencia, bajo una lógica de sustentabilidad,
justicia y conservación que nos lleve al desarrollo real y no ese manoseado que Al Gore plantea reformular.
Ya no da para más. La única opción es que devuelvan la tierra donde
pisamos.
E.M. K.Hermosilla