Baltazar Garzón visita el país. El juez se ha ganado un lugar en la historia de Chile. Su decisión de llevar adelante exitosamente la captura internacional de Pinochet materializada en octubre de 1998, en Londres, cambió el curso de la transición chilena y le puso acelerador a las instituciones de la justicia humanitaria global, en particular al Tribunal Penal Internacional. Los argumentos de territorialidad y de respeto a la soberanía nacional, que eran conceptualmente poderosos en manos de las autoridades nacionales de turno, fueron ineficaces a la hora de juzgar en Chile al general Pinochet. El dictador murió sin pasar un minuto en una prisión local, pese a sus innumerables delitos .La justicia chilena falló en el caso de Pinochet, como en tanto otros casos durante esas décadas trágicas. Es cierto que muchos jueces valientes sacaron adelante causas difíciles y lograron encauzar a parte de la cúpula de la DINA y de la CNI responsable de los mayores horrores. Y es cierto también que hasta hoy muchos magistrados, como el juez Carroza, siguen trabajando duramente para esclarecer crímenes impunes, pese al paso del tiempo. El esclarecimiento del alevoso asesinato de Víctor Jara es el caso más reciente. Donde más se avanzó, en el caso de Pinochet, fue en materia de sus delitos económicos, que incluyen sociedades truchas, testaferros y encubrimientos para apoderarse de modo ilícito de fondos fiscales. Garzón ha sostenido estos días que, pese a todas las dificultades, se avanzó más en Chile que en su país, España, en el enjuiciamiento de las violaciones a los derechos humanos. El juez ha valorado el trabajo de la Comisión Rettig, de la Comisión Valech y todos los otros empeños destinados a conseguir verdad sobre los sucesos ocurridos, y a producir políticas de compensación y mitigación para con las víctimas y sus familiares, llevados adelante por el Estado chileno en estos años. De modo insólito, la justicia española, que respaldó a Garzón en sus investigaciones a las dictaduras chilena y argentina, lo sancionó por llevar adelante una pesquisa sobre los brutales crímenes del franquismo. Garzón es un juez símbolo de la causa internacional de los derechos humanos, entre otras cosas, por haber sido sancionado por buscar justicia para las víctimas de un caso extremo de irrespeto a los derechos de las personas, como fue lo ocurrido en España a partir de la guerra civil de 1936.
Garzón es un juez con pantalones, que no se achica frente al poder, que no resigna su convicción por la verdad y la justicia a propósito de su carrera profesional. Garzón no hubiese jamás denegado un recurso de amparo en favor de un detenido en condiciones de ilegalidad, como lo hizo sistemáticamente el Poder Judicial en Chile entre 1973 y 1990.
Garzón es un juez con pantalones, que no se achica frente al poder, que no resigna su convicción por la verdad y la justicia a propósito de su carrera profesional. Garzón no hubiese jamás denegado un recurso de amparo en favor de un detenido en condiciones de ilegalidad, como lo hizo sistemáticamente el Poder Judicial en Chile entre 1973 y 1990.