La mujer fue concebida para
cumplir misiones muy específicas: para cuidar de otros,
para reducirles el miedo y para disminuirles el estrés Esta
lección es acerca del estrés, obstáculo que obstruye e imposibilita la vida
productiva mientras roba la felicidad a tantas personas en el mundo.
Estrés laboral
Esta lección es
asimismo una recapitulación de conocimientos para tratar de asistir de manera práctica a
las víctimas silenciosas de esta respuesta emocional en un esfuerzo a
soportarlos en su búsqueda de alivio.
El estrés es la
respuesta automática y natural de nuestro cuerpo ante las situaciones
que nos resultan amenazadoras o desafiantes. Nuestra vida y nuestro entorno, en
constante cambio, nos exigen continuas adaptaciones; por
tanto, cierta cantidad de estrés (activación) es necesario.
En general
tendemos a creer que el estrés es consecuencia de circunstancias externas a
nosotros, cuando en realidad entendemos que es un proceso de interacción entre los eventos del entorno y nuestras respuestas
cognitivas, emocionales y físicas El estrés no tan solo nos incide
negativamente sino que empeora toda condición que nos afecta, desde "el
mal de amor" y los celos, hasta las malas notas,
la obesidad y las depresiones. El estrés es
tan poderoso que puede conducir hasta la muerte .
Muy poco
La obra popularizada
que mejor expone la fenomenología de este singular problema
es, de manera indisputable, Why Zebras don"t get ulcers… por Robert
Sapolsky.
Libro en
necesidad de revisión urgente, ya que en pg. 79 --- entre otras cosas --- omite
como causa de las úlceras pépticas la comprobada presencia nociva en el
estómago del Helicobacter pylori, descubrimiento que le ganó un Premio Nobel
en el 2005 a los australianos Barry Marshall y Robert Warren.
En el nombre de la ciencia y para apaciguar los
científicos escépticos, Barry Marshall se produjo una úlcera intencionalmente
cuando bebiera un cultivo de la bacteria causativa, dando corroboración a su tesis.
El estrés y su historia se
remontan a la época de Hipócrates y su interés nunca ha disminuido, culminando
en las labores de Marshall and Warren, cuya misión se limitó a disipar las teorías que existieran acerca de la
etiología de las úlceras, sin descartar la participación del estrés en su
progresión, como igualmente sucede en el caso de la obesidad, a la que
contribuye. Las respuestas fisiológicas, con las cuales nuestro organismo
responde al estrés, son muy eficaces --- por períodos limitados --- en
ayudarnos a sobrevenir felizmente las crisis constantes que nos afectan en la
vida cuotidiana.
Cuando el cerebro registra la presencia de una
amenaza que nos confronta, una reacción de alarma se desencadena: El Hipocampo
cerebral descarga la hormona Factor Secretante Corticotrópico (FSC), la que induce
a su vez la liberación, desde la glándula Pituitaria, de la Hormona
Adrenocorticotrópica (HACT), esta hormona se despliega en la sangre mientras envía señales a las glándulas suprarrenales
para que éstas produzcan moléculas semejantes a los esteroides,
llamados glucocorticoides.
Al cabo de unos
pocos segundos, el cuerpo enfrenta el peligro percibido: dilatando las pupilas
para ver mejor, transpirando un sudor viscoso para resultar resbaladizos si nos
atrapan, aumentando la velocidad del latido cardíaco anticipando
la necesidad de correr, incrementando la disponibilidad de la glucosa circulante como fuente de energía
lista y utilizable, aumentado la velocidad de la coagulación de la
sangre para cicatrizar heridas, suspendiendo funciones corporales que no sean
esenciales, y alistando poderes extraordinarios de concentración y de vigor. Por
medio de estos mecanismos fisiológicos: O se ataca, o se huye del peligro que
nos confronta (fight or flight response).
Esta reacción
instantánea y extrema no es perjudicial, ya que sirve un buen objetivo, aunque transitorio, pero a un costo de energía muy elevado. Lo que se
torna problemático, es cuando estas mismas reacciones se vuelven crónicas y
sostenidas, hasta el punto de que personas atascadas en las mismas, sin posible
escape, pueden sufrir daños severos, tanto emocionales como físicos. El estrés como función adaptativa
La reacción
descrita se estableció para asegurar nuestra supervivencia frente a los
peligros que abundaban en la Selva Primordial. Hoy, las cosas han cambiado,
pero el torrente neuroquímico y hormonal para responder a peligros inminentes
--- reales o imaginados --- ha permanecido esencialmente inalterado. Lo mismo,
podemos decir, que ha sucedido con nuestra respuesta a la escasez de comida, causa mayor del
estrés. El problema resultante, en ambos casos, es que soluciones que fueran favorables de
antaño, ya cesaron de serlo --- a menudo, perjudicándonos --- en lugar de
conferirnos ventajas. Veamos la razón
Hoy día, todos
nuestros riesgos no son tan puros y simples como
de antes solían ser. En tiempos pasados, peligro era la erupción de un volcán,
un terremoto, un ciclón, la escasez colectiva de comida para la tribu, la
invasión inminente por una horda hostil, una epidemia, o el ataque imprevisto
por enfermedad o animal salvaje. Peligros eran sujetos a ser calificados y a
ser cuantificados. Nadie temía a la intrusión de un manojo escaso de guerreros
pobremente equipados a los cuales su propia agrupación tribal los excediera en
números y en armamentos.
Celos
Nadie temblaba
al encontrar un gato en su camino, en lugar de su versión magnificada, en un
tigre. Pero en nuestra sociedad "moderna", llena de
simbolismos representantes del pasado, es muy fácil que un examen universitario
o médico, la subida de los precios para adquirir la comida o la
gasolina, el contenido de una carta, la evaluación injusta hecha por unprofesor, el hecho de engordar unas libras,
las palabras críticas de otra persona, la pérdida de posesiones banales, el
rechazo de un amante, el vencimiento del plazo de una deuda, el
enterarse del divorcio de los padres --- en esto, no
importa cuál sea nuestra edad --- la quiebra habituadas de los bancos mundiales, la falta de
oportunidades, debidas al color de la piel, afiliación religiosa, u otras cosas
"injustas", elevan la producción de los glucocorticoides del
cuerpo, como si se estuviese enfrentado peligros mortales, característicos de
nuestra vida, en el período paleolítico superior.
"Lo peor"
Cuando la
ansiedad es crónica, y cuando la depresión emerge de los lugares más
recónditos de nuestros cerebros, haciendo simultáneamente sus indeseables
presencias, con ello aumenta nuestra vulnerabilidad tanto emocional como física.
Es entonces, cuando, nuestros centros de emergencia se preparan para "lo
peor". Pero, cuando asimismo, "lo peor" parece que nunca llega,
porque "lo peor" es intangible, o porque "lo peor" es
meramente una situación indeseable (no un tigre atacándonos), de la
cual no puede uno librarse, esta actividad de emergencia aguda se transforma en
actividad de emergencia crónica, debilitando los sistemas que fuesen aguzados para
responder. Ya que sus acciones fueron diseñadas para ser
aplicadas de modo inmediato, no para ser postergadas. De este escenario
aberrante se derivan síntomas y condiciones los cuales pueden ser entendidos
como psicosomáticos, inducidos por el estrés.
Causa del estrés
moderno
Entre ellos se
cuentan los dolores neuromusculares y los dolores de cabeza, las diarreas agudas y crónicas, las enfermedades digestivas
(como puede ser la exacerbación de úlceras pépticas), las migrañas, el
insomnio, la obesidad y la astenia. Casi todo síntoma emocional, incluyendo la
ansiedad vaga y difusa, los ataques de pánico, los terrores nocturnos y las
pesadillas, la impotencia genital y la anorgasmia femenina, pueden deber sus
causas al estrés sostenido y prolongado.
También puede
decirse, que la presencia de cualquier forma de estrés, afecta y disminuye la
capacidad de adaptar, ya que ésta interfiere con las funciones del Sistema Inmune que defiende nuestros
cuerpos contra toda agresión o desequilibrio. Obviamente, el estrés, con todas
sus manifestaciones negativas, no nació en el Siglo XX, ni ha esperado hasta la
alborada de este nuevo siglo para hacer su debut. Lo que sí parece ser posible,
es que la metáfora que augura el desastre ("lo peor") que nunca
llega, sea parte residual de adaptaciones, propias de un período en nuestro
pasado, en el cual el estrés era repentino, aunque transitorio.
Frente al
peligro, representado por el estrés, el hipotálamo que en sus funciones
dependiera la facultad de acumular reservas grasas para adaptarse a crisis
potenciales, nos conduciría a comer más para aumentar libras adicionales, como
función de la retención de líquidos y del metabolismo eficiente, acopiando reservas
adiposas. Por ello el estrés nos hace engordar.
Para adaptarse
mejor, una lección puede derivarse de nuestros predecesores, y ésta puede ser
expresada en una expresión muy común: "nadie puede vivir en aislamiento
total"
Colitis
Beneficiémonos,
entonces, del poder que nos brindan la afiliación a los grupos y de la terapia para confrontar el
estrés, como lo harían nuestro antepasados paleolíticos, quienes no se tornaban
obesos cuando el estrés los frecuentaba. En su lugar, como tanto hemos visto en
tribus y sociedades primitivas, el estrés se
compartía y se repartía entre todos, haciendo un esfuerzo colectivo para
encontrar soluciones eficientes a las crisis confrontadas.
Más de la mitad
de los adultos han padecido o padecen estrés, según la Asociación
Internacional para Estudio del Estrés. La palabra estrés tuvo su uso inicial en
las ciencias Físicas, y no fue hasta los años
treinta del siglo XX cuando Hans Selye comenzara a utilizarla para referirse a
las circunstancias y acontecimientos que impactan en la vida de una persona y
producen reacciones en ella.
El estrés es un
fenómeno fisiológico normal, representando la respuesta que emite un organismo
ante estímulos percibidos como amenazantes. Por eso, el buen estrés es
positivo: ayuda a soportar situaciones exigentes y a reaccionar frente a las
demandas del entorno. El estrés negativo o angustia aparece cuando el organismo
no es capaz de adaptarse a la situación, de dar respuestas adecuadas a las
demandas del entorno. Entonces, se produce una activación y ansiedad
desmesurada, acompañada de incapacidad para centrarse eficazmente en las
tareas. El malabarista ejecuta sus maniobras con tres bolas, después con
cuatro, más tarde con cinco, pero al incorporar la sexta, se le caen todas las
bolas, no sólo la sexta.
Dismenorrea
Las personas
tienen una limitada capacidad de trabajo y de respuestas a las
situaciones. Cuando se nos exige más de lo que somos capaces de dar en un
momento preciso, podemos bloquearnos de tal manera que no nos sería posible
realizar tareas sencillas que apenas representaban dificultad. Para responder a
las exigencias cotidianas y a las situaciones extraordinarias necesitamos un
cierto grado de activación, de tensión. Si es insuficiente, no reaccionaremos bien,
pero si la tensión es excesiva, podemos quedar incapacitados para responder. Evite
que, en su empuje, el estrés lo aplaste.
El estrés no
aparece de manera repentina, se considera que existen tres fases:
Fase de alarma:
en el momento de enfrentarnos una situación difícil o desconocida, nuestro
cerebro analiza los nuevos elementos, los compara recurriendo a la memoria de coyunturas similares y si
entiende que no disponemos de energía para responder, envía órdenes para que el
organismo libere adrenalina. El cuerpo se prepara para actuar, acelerando la
frecuencia cardíaca, elevando la presión arterial, tensando los músculos; lo que resulta en una reacción
biológica que nos prepara a actuar.
En este primer estado, puede notarse la actividad benéfica de
la angustia-señal.
La fase de resistencia: durante ésta, el individuo se mantiene activo mientras
dura la estimulación y aunque aparecen los primeros síntomas de agotamiento,
sigue reaccionando bien.
Cuando la
situación estresante cesa, el organismo retorna a la normalidad.
La fase de
agotamiento: si la amenaza, los estímulos y demandas no disminuyen, el nivel de
resistencia termina por agotarse, apareciendo de nuevo la alarma. Es entonces
cuando se comienzan a sufrir problemas físicos y psíquicos. Según Hans
Selye, "el estrés se convierte en peligroso cuando aparece con frecuencia,
se prolonga de modo inusual o se concentra en un órgano determinado del cuerpo".
Jaqueca
El estrés no
sólo tiene repercusiones psicológicas, sino que también afecta nuestro estado
de salud física.
Sistema
gastrointestinal: el estómago segrega más ácidos. Si la situación se mantiene, las
paredes de este órgano terminan irritándose. La sangre que lo irriga se desvía,
alterando el proceso de la digestión. Muchas úlceras gastroduodenales y la
colitis ulcerosa son exacerbadas por situaciones crónicas de estrés.
Sistema
muscular: la tensión aparece en forma de contracturas a distintos niveles:
mandíbula, cuello, espalda, dolores en las piernas.
Sistema
respiratorio: la respiración se acelera y se vuelve
entrecortada. Se tiene la sensación de que el aire no llena los pulmones.
Sistema cardiovascular:
se liberan adrenalina y norepinefrina, que hacen que el ritmo cardíaco y la
presión arterial aumenten. Se produce una dilatación de los vasos sanguíneos y
retención generalizada de fluidos.
La piel: la
sudoración se torna profusa. Y, cuando el estrés es prolongado, pueden surgir
patologías dermatológicas vinculadas a estados de ansiedad. Cuando surgen estos
síntomas "funcionales" (sin causa orgánica aparente), se produce una retroalimentación negativa que reactiva
los procesos biológicos de alarma y redobla
la sintomatología.
Dispepsia
Cuando los
síntomas del estrés comienzan a perjudicar nuestra calidad de vida causando sufrimiento
psicológico, irritabilidad, disminución del rendimiento laboral, dificultades de concentración,
insomnio o visión pesimista de la realidad, debemos recurrir a ayuda
especializada. No se puede huir permanentemente de las situaciones que producen
estrés. Alguna vez hay que afrontarlas, y para ello disponemos de herramientas que serán válidas si se
aplican con el juicio y la asistencia requeridos.
Veamos algunas
Fármacos:
tranquilizantes o antidepresivos (siempre bajo prescripción médica), indicados
para reducir la ansiedad. Muy útiles si se complementan con otros tratamientos
que ayudan a eliminar las causas del estrés, y no sólo los síntomas. Algunos
son adictivos si se usan de manera extendida.
Técnicas de
relajación: métodos que combinan la respiración
profunda que garantiza una buena oxigenación con la flojedad de los músculos.
Un cerebro bien oxigenado y que percibe el bienestar de la relajación muscular
está mejor preparado para percibir positivamente la realidad problemática. Hay
muchas técnicas conocidas, pero conviene
descartar las que conllevan manipulaciones de la personalidad o que son científicamente
dudosas.
Técnicas
cognitivas: métodos psicológicos articulados por expertos. Éstos intentan
reestructurar el pensamiento de quien sufre, para que
aprenda a interpretar adecuadamente las situaciones que le producen malestar.
Los masajes y
las maniobras pasivas del cuerpo: relajan los músculos y estimulan la
circulación sanguínea. Las técnicas pueden incluir el masaje profesional.
La hidroterapia: El agua, a presión y temperatura adecuadas, es un elemento
relajante. Las terapias en balnearios de efluvios termales y la talasoterapia
han vuelto a ponerse de actualidad.
La terapia
Terpsícore: usa la música (normalmente, instrumental y sin
estridencias) como elemento relajante.
Dormir lo
necesario. Lo "normal" dicen que son ocho horas, pero depende de cada
persona. El sueño debe ser reparador, hemos de sentirnos descansados cuando nos
levantamos de la cama.
Hacer ejercicio
físico, adaptado a la edad y condición del individuo, ayuda a liberar tensiones
y facilita el aumento de endorfinas, sustancias que provocan sensaciones
placenteras.
Cuidar la alimentación.
No sólo llevar una dieta equilibrada, sino comer con tiempo suficiente, evitando las bebidas
estimulantes, las grasas y los azúcares.
Técnicas de
relajación. Tomarse quince o veinte minutos al día para practicar estas técnicas.
Si no se conocen, intentemos informarnos. La siesta diaria, aunque breve, es
una buena opción...
Organizar bien
el tiempo. La precipitación, las prisas y la acumulación desordenada de tareas
causan estrés. Dediquemos a cada cosa su tiempo, sin olvidar reservar un
espacio para nosotros mismos.
Separar el trabajo de la vida personal. No llevar trabajo a casa y aprender
a olvidarse del mismo cuando no trabajamos. Una opción: buscarnos otras
distracciones, obligatorias, cada día.
Aprender a
comunicar nuestras cosas. Hablar de nuestros problemas con gente de confianza o
un terapeuta alivia tensiones internas.
Romper la
monotonía. La rutina es un factor que acompaña a la tensión emocional y genera
insatisfacción y aburrimiento. Busquemos actividades diferentes para hacer cada
día.
Yoga
Según los
investigadores, cada acontecimiento extraordinario provoca su propio grado de
estrés. Si la suma de las cifras que figuran en este cuadro supera 150 en un
año, la persona tiene una probabilidad del 50% de padecer estrés. Si
es mayor de 300, llega al 90%.
- Muerte del cónyuge
-
Divorcio
-
Separación conyugal
-
Encarcelamiento
-
Muerte de familiar cercano
-
Enfermedad grave
-
Matrimonio
-
Pérdida del empleo
-
Reconciliación conyugal
-
Jubilación
-
Deterioro en la salud de un familiar
-
Embarazo
-
Dificultades sexuales
-
Entrada inesperada de un nuevo familiar
-
Cambios en el estado financiero
-
Muerte de un amigo íntimo
-
Cambio de tipo de trabajo
-
Comienzo de disputas familiares
-
Desembolso importante de dinero
-
Vencimiento de hipoteca o préstamo
-
Problemas con la ley
-
Triunfo personal sobresaliente
-
Cónyuge que abandona o comienza el trabajo
-
Cambios de hábitos personales
-
Problemas con los superiores
-
Cambios en el trabajo
-
Cambios en los hábitos de sueño
-
Cambio en los hábitos dietéticos
-
Vacaciones
|
100
73
65
63
63
53
50
47
45
45
44
40
39
39
37
36
35
35
31
30
29
28
26
24
23
20
16
15
13
|
||||||||||
Masaje
El estrés es tan
ubicuo y tan omnipresente en la vida, que aún las vacaciones (evento,
supuestamente, feliz) y el matrimonio, que lo debiera ser, se
supone que lo causan. El estrés, como síntoma y como experiencia, hay que
domarlo o a su vez nos doma a nosotros… Para reconocerlo en sus etapas
tempranas es útil saber de la existencia del fenómeno de la angustia-señal.
Por ello, hay
que aprender a superar las crisis de la vida, desglosándolas, entendiendo sus
componentes, y poniéndolas en sus propias perspectivas --- ya que saber vivir
es un arte…