viernes, 15 de febrero de 2013

EL ESTRÉS


La mujer fue concebida para cumplir misiones muy específicas: para cuidar de otros, para reducirles el miedo y para disminuirles el estrés  Esta lección es acerca del estrés, obstáculo que obstruye e imposibilita la vida productiva mientras roba la felicidad a tantas personas en el mundo.
Estrés laboral
Esta lección es asimismo una recapitulación de conocimientos para tratar de asistir de manera práctica a las víctimas silenciosas de esta respuesta emocional en un esfuerzo a soportarlos en su búsqueda de alivio.
El estrés es la respuesta automática y natural de nuestro cuerpo ante las situaciones que nos resultan amenazadoras o desafiantes. Nuestra vida y nuestro entorno, en constante cambio, nos exigen continuas adaptaciones; por tanto, cierta cantidad de estrés (activación) es necesario.
En general tendemos a creer que el estrés es consecuencia de circunstancias externas a nosotros, cuando en realidad entendemos que es un proceso de interacción entre los eventos del entorno y nuestras respuestas cognitivas, emocionales y físicas El estrés no tan solo nos incide negativamente sino que empeora toda condición que nos afecta, desde "el mal de amor" y los celos, hasta las malas notas, la obesidad y las depresiones. El estrés es tan poderoso que puede conducir hasta la muerte .
Muy poco
La obra popularizada que mejor expone la fenomenología de este singular problema es, de manera indisputable, Why Zebras don"t get ulcers… por Robert Sapolsky.
Libro en necesidad de revisión urgente, ya que en pg. 79 --- entre otras cosas --- omite como causa de las úlceras pépticas la comprobada presencia nociva en el estómago del Helicobacter pylori, descubrimiento que le ganó un Premio Nobel en el 2005 a los australianos Barry Marshall y Robert Warren.
En el nombre de la ciencia y para apaciguar los científicos escépticos, Barry Marshall se produjo una úlcera intencionalmente cuando bebiera un cultivo de la bacteria causativa, dando corroboración a su tesis.
El estrés y su historia se remontan a la época de Hipócrates y su interés nunca ha disminuido, culminando en las labores de Marshall and Warren, cuya misión se limitó a disipar las teorías que existieran acerca de la etiología de las úlceras, sin descartar la participación del estrés en su progresión, como igualmente sucede en el caso de la obesidad, a la que contribuye. Las respuestas fisiológicas, con las cuales nuestro organismo responde al estrés, son muy eficaces --- por períodos limitados --- en ayudarnos a sobrevenir felizmente las crisis constantes que nos afectan en la vida cuotidiana.
Cuando el cerebro registra la presencia de una amenaza que nos confronta, una reacción de alarma se desencadena: El Hipocampo cerebral descarga la hormona Factor Secretante Corticotrópico (FSC), la que induce a su vez la liberación, desde la glándula Pituitaria, de la Hormona Adrenocorticotrópica (HACT), esta hormona se despliega en la sangre mientras envía señales a las glándulas suprarrenales para que éstas produzcan moléculas semejantes a los esteroides, llamados glucocorticoides.
Al cabo de unos pocos segundos, el cuerpo enfrenta el peligro percibido: dilatando las pupilas para ver mejor, transpirando un sudor viscoso para resultar resbaladizos si nos atrapan, aumentando la velocidad del latido cardíaco anticipando la necesidad de correr, incrementando la disponibilidad de la glucosa circulante como fuente de energía lista y utilizable, aumentado la velocidad de la coagulación de la sangre para cicatrizar heridas, suspendiendo funciones corporales que no sean esenciales, y alistando poderes extraordinarios de concentración y de vigor. Por medio de estos mecanismos fisiológicos: O se ataca, o se huye del peligro que nos confronta (fight or flight response).

Esta reacción instantánea y extrema no es perjudicial, ya que sirve un buen objetivo, aunque transitorio, pero a un costo de energía muy elevado. Lo que se torna problemático, es cuando estas mismas reacciones se vuelven crónicas y sostenidas, hasta el punto de que personas atascadas en las mismas, sin posible escape, pueden sufrir daños severos, tanto emocionales como físicos.   El estrés como función adaptativa
La reacción descrita se estableció para asegurar nuestra supervivencia frente a los peligros que abundaban en la Selva Primordial. Hoy, las cosas han cambiado, pero el torrente neuroquímico y hormonal para responder a peligros inminentes --- reales o imaginados --- ha permanecido esencialmente inalterado. Lo mismo, podemos decir, que ha sucedido con nuestra respuesta a la escasez de comida, causa mayor del estrés. El problema resultante, en ambos casos, es que soluciones que fueran favorables de antaño, ya cesaron de serlo --- a menudo, perjudicándonos --- en lugar de conferirnos ventajas.  Veamos la razón
Hoy día, todos nuestros riesgos no son tan puros y simples como de antes solían ser. En tiempos pasados, peligro era la erupción de un volcán, un terremoto, un ciclón, la escasez colectiva de comida para la tribu, la invasión inminente por una horda hostil, una epidemia, o el ataque imprevisto por enfermedad o animal salvaje. Peligros eran sujetos a ser calificados y a ser cuantificados. Nadie temía a la intrusión de un manojo escaso de guerreros pobremente equipados a los cuales su propia agrupación tribal los excediera en números y en armamentos.
Celos
Nadie temblaba al encontrar un gato en su camino, en lugar de su versión magnificada, en un tigre. Pero en nuestra sociedad "moderna", llena de simbolismos representantes del pasado, es muy fácil que un examen universitario o médico, la subida de los precios para adquirir la comida o la gasolina, el contenido de una carta, la evaluación injusta hecha por unprofesor, el hecho de engordar unas libras, las palabras críticas de otra persona, la pérdida de posesiones banales, el rechazo de un amante, el vencimiento del plazo de una deuda, el enterarse del divorcio de los padres --- en esto, no importa cuál sea nuestra edad --- la quiebra habituadas de los bancos mundiales, la falta de oportunidades, debidas al color de la piel, afiliación religiosa, u otras cosas "injustas", elevan la producción de los glucocorticoides del cuerpo, como si se estuviese enfrentado peligros mortales, característicos de nuestra vida, en el período paleolítico superior.
"Lo peor"
Cuando la ansiedad es crónica, y cuando la depresión emerge de los lugares más recónditos de nuestros cerebros, haciendo simultáneamente sus indeseables presencias, con ello aumenta nuestra vulnerabilidad tanto emocional como física. Es entonces, cuando, nuestros centros de emergencia se preparan para "lo peor". Pero, cuando asimismo, "lo peor" parece que nunca llega, porque "lo peor" es intangible, o porque "lo peor" es meramente una situación indeseable (no un tigre atacándonos), de la cual no puede uno librarse, esta actividad de emergencia aguda se transforma en actividad de emergencia crónica, debilitando los sistemas que fuesen aguzados para responder. Ya que sus acciones fueron diseñadas para ser aplicadas de modo inmediato, no para ser postergadas. De este escenario aberrante se derivan síntomas y condiciones los cuales pueden ser entendidos como psicosomáticos, inducidos por el estrés.
Causa del estrés moderno
Entre ellos se cuentan los dolores neuromusculares y los dolores de cabeza, las diarreas agudas y crónicas, las enfermedades digestivas (como puede ser la exacerbación de úlceras pépticas), las migrañas, el insomnio, la obesidad y la astenia. Casi todo síntoma emocional, incluyendo la ansiedad vaga y difusa, los ataques de pánico, los terrores nocturnos y las pesadillas, la impotencia genital y la anorgasmia femenina, pueden deber sus causas al estrés sostenido y prolongado.
También puede decirse, que la presencia de cualquier forma de estrés, afecta y disminuye la capacidad de adaptar, ya que ésta interfiere con las funciones del Sistema Inmune que defiende nuestros cuerpos contra toda agresión o desequilibrio. Obviamente, el estrés, con todas sus manifestaciones negativas, no nació en el Siglo XX, ni ha esperado hasta la alborada de este nuevo siglo para hacer su debut. Lo que sí parece ser posible, es que la metáfora que augura el desastre ("lo peor") que nunca llega, sea parte residual de adaptaciones, propias de un período en nuestro pasado, en el cual el estrés era repentino, aunque transitorio.
Frente al peligro, representado por el estrés, el hipotálamo que en sus funciones dependiera la facultad de acumular reservas grasas para adaptarse a crisis potenciales, nos conduciría a comer más para aumentar libras adicionales, como función de la retención de líquidos y del metabolismo eficiente, acopiando reservas adiposas. Por ello el estrés nos hace engordar.
El poder de los grupos
Para adaptarse mejor, una lección puede derivarse de nuestros predecesores, y ésta puede ser expresada en una expresión muy común: "nadie puede vivir en aislamiento total"
Colitis
Beneficiémonos, entonces, del poder que nos brindan la afiliación a los grupos y de la terapia para confrontar el estrés, como lo harían nuestro antepasados paleolíticos, quienes no se tornaban obesos cuando el estrés los frecuentaba. En su lugar, como tanto hemos visto en tribus y sociedades primitivas, el estrés se compartía y se repartía entre todos, haciendo un esfuerzo colectivo para encontrar soluciones eficientes a las crisis confrontadas.
Más de la mitad de los adultos han padecido o padecen estrés, según la Asociación Internacional para Estudio del Estrés. La palabra estrés tuvo su uso inicial en las ciencias Físicas, y no fue hasta los años treinta del siglo XX cuando Hans Selye comenzara a utilizarla para referirse a las circunstancias y acontecimientos que impactan en la vida de una persona y producen reacciones en ella.
El estrés es un fenómeno fisiológico normal, representando la respuesta que emite un organismo ante estímulos percibidos como amenazantes. Por eso, el buen estrés es positivo: ayuda a soportar situaciones exigentes y a reaccionar frente a las demandas del entorno. El estrés negativo o angustia aparece cuando el organismo no es capaz de adaptarse a la situación, de dar respuestas adecuadas a las demandas del entorno. Entonces, se produce una activación y ansiedad desmesurada, acompañada de incapacidad para centrarse eficazmente en las tareas. El malabarista ejecuta sus maniobras con tres bolas, después con cuatro, más tarde con cinco, pero al incorporar la sexta, se le caen todas las bolas, no sólo la sexta.
Dismenorrea
Las personas tienen una limitada capacidad de trabajo y de respuestas a las situaciones. Cuando se nos exige más de lo que somos capaces de dar en un momento preciso, podemos bloquearnos de tal manera que no nos sería posible realizar tareas sencillas que apenas representaban dificultad. Para responder a las exigencias cotidianas y a las situaciones extraordinarias necesitamos un cierto grado de activación, de tensión. Si es insuficiente, no reaccionaremos bien, pero si la tensión es excesiva, podemos quedar incapacitados para responder. Evite que, en su empuje, el estrés lo aplaste.
El estrés no aparece de manera repentina, se considera que existen tres fases:
Fase de alarma: en el momento de enfrentarnos una situación difícil o desconocida, nuestro cerebro analiza los nuevos elementos, los compara recurriendo a la memoria de coyunturas similares y si entiende que no disponemos de energía para responder, envía órdenes para que el organismo libere adrenalina. El cuerpo se prepara para actuar, acelerando la frecuencia cardíaca, elevando la presión arterial, tensando los músculos; lo que resulta en una reacción biológica que nos prepara a actuar.
En este primer estado, puede notarse la actividad benéfica de la angustia-señal.
La fase de resistencia: durante ésta, el individuo se mantiene activo mientras dura la estimulación y aunque aparecen los primeros síntomas de agotamiento, sigue reaccionando bien.
Cuando la situación estresante cesa, el organismo retorna a la normalidad.
La fase de agotamiento: si la amenaza, los estímulos y demandas no disminuyen, el nivel de resistencia termina por agotarse, apareciendo de nuevo la alarma. Es entonces cuando se comienzan a sufrir problemas físicos y psíquicos. Según Hans Selye, "el estrés se convierte en peligroso cuando aparece con frecuencia, se prolonga de modo inusual o se concentra en un órgano determinado del cuerpo".
Jaqueca
El estrés no sólo tiene repercusiones psicológicas, sino que también afecta nuestro estado de salud física.
Sistema gastrointestinal: el estómago segrega más ácidos. Si la situación se mantiene, las paredes de este órgano terminan irritándose. La sangre que lo irriga se desvía, alterando el proceso de la digestión. Muchas úlceras gastroduodenales y la colitis ulcerosa son exacerbadas por situaciones crónicas de estrés.
Sistema muscular: la tensión aparece en forma de contracturas a distintos niveles: mandíbula, cuello, espalda, dolores en las piernas.
Sistema respiratorio: la respiración se acelera y se vuelve entrecortada. Se tiene la sensación de que el aire no llena los pulmones.
Sistema cardiovascular: se liberan adrenalina y norepinefrina, que hacen que el ritmo cardíaco y la presión arterial aumenten. Se produce una dilatación de los vasos sanguíneos y retención generalizada de fluidos.
La piel: la sudoración se torna profusa. Y, cuando el estrés es prolongado, pueden surgir patologías dermatológicas vinculadas a estados de ansiedad. Cuando surgen estos síntomas "funcionales" (sin causa orgánica aparente), se produce una retroalimentación negativa que reactiva los procesos biológicos de alarma y redobla la sintomatología.
Dispepsia
Cuando los síntomas del estrés comienzan a perjudicar nuestra calidad de vida causando sufrimiento psicológico, irritabilidad, disminución del rendimiento laboral, dificultades de concentración, insomnio o visión pesimista de la realidad, debemos recurrir a ayuda especializada. No se puede huir permanentemente de las situaciones que producen estrés. Alguna vez hay que afrontarlas, y para ello disponemos de herramientas que serán válidas si se aplican con el juicio y la asistencia requeridos.
Veamos algunas
Fármacos: tranquilizantes o antidepresivos (siempre bajo prescripción médica), indicados para reducir la ansiedad. Muy útiles si se complementan con otros tratamientos que ayudan a eliminar las causas del estrés, y no sólo los síntomas. Algunos son adictivos si se usan de manera extendida.
Técnicas de relajación: métodos que combinan la respiración profunda que garantiza una buena oxigenación con la flojedad de los músculos. Un cerebro bien oxigenado y que percibe el bienestar de la relajación muscular está mejor preparado para percibir positivamente la realidad problemática. Hay muchas técnicas conocidas, pero conviene descartar las que conllevan manipulaciones de la personalidad o que son científicamente dudosas.
Técnicas cognitivas: métodos psicológicos articulados por expertos. Éstos intentan reestructurar el pensamiento de quien sufre, para que aprenda a interpretar adecuadamente las situaciones que le producen malestar.
Los masajes y las maniobras pasivas del cuerpo: relajan los músculos y estimulan la circulación sanguínea. Las técnicas pueden incluir el masaje profesional.
La hidroterapia: El agua, a presión y temperatura adecuadas, es un elemento relajante. Las terapias en balnearios de efluvios termales y la talasoterapia han vuelto a ponerse de actualidad.
La terapia Terpsícore: usa la música (normalmente, instrumental y sin estridencias) como elemento relajante.
Dormir lo necesario. Lo "normal" dicen que son ocho horas, pero depende de cada persona. El sueño debe ser reparador, hemos de sentirnos descansados cuando nos levantamos de la cama.
Hacer ejercicio físico, adaptado a la edad y condición del individuo, ayuda a liberar tensiones y facilita el aumento de endorfinas, sustancias que provocan sensaciones placenteras.
Cuidar la alimentación. No sólo llevar una dieta equilibrada, sino comer con tiempo suficiente, evitando las bebidas estimulantes, las grasas y los azúcares.
Técnicas de relajación. Tomarse quince o veinte minutos al día para practicar estas técnicas. Si no se conocen, intentemos informarnos. La siesta diaria, aunque breve, es una buena opción...
Organizar bien el tiempo. La precipitación, las prisas y la acumulación desordenada de tareas causan estrés. Dediquemos a cada cosa su tiempo, sin olvidar reservar un espacio para nosotros mismos.
Separar el trabajo de la vida personal. No llevar trabajo a casa y aprender a olvidarse del mismo cuando no trabajamos. Una opción: buscarnos otras distracciones, obligatorias, cada día.
Aprender a comunicar nuestras cosas. Hablar de nuestros problemas con gente de confianza o un terapeuta alivia tensiones internas.
Romper la monotonía. La rutina es un factor que acompaña a la tensión emocional y genera insatisfacción y aburrimiento. Busquemos actividades diferentes para hacer cada día.
Yoga
Según los investigadores, cada acontecimiento extraordinario provoca su propio grado de estrés. Si la suma de las cifras que figuran en este cuadro supera 150 en un año, la persona tiene una probabilidad del 50% de padecer estrés. Si es mayor de 300, llega al 90%.
Muerte del cónyuge
- Divorcio
- Separación conyugal
- Encarcelamiento
- Muerte de familiar cercano
- Enfermedad grave
- Matrimonio
- Pérdida del empleo
- Reconciliación conyugal
- Jubilación
- Deterioro en la salud de un familiar
- Embarazo
- Dificultades sexuales
- Entrada inesperada de un nuevo familiar
- Cambios en el estado financiero
- Muerte de un amigo íntimo
- Cambio de tipo de trabajo
- Comienzo de disputas familiares
- Desembolso importante de dinero
- Vencimiento de hipoteca o préstamo
- Problemas con la ley
- Triunfo personal sobresaliente
- Cónyuge que abandona o comienza el trabajo
- Cambios de hábitos personales
- Problemas con los superiores
- Cambios en el trabajo
- Cambios en los hábitos de sueño
- Cambio en los hábitos dietéticos
- Vacaciones
100
73
65
63
63
53
50
47
45
45
44
40
39
39
37
36
35
35
31
30
29
28
26
24
23
20
16
15
13

Masaje
El estrés es tan ubicuo y tan omnipresente en la vida, que aún las vacaciones (evento, supuestamente, feliz) y el matrimonio, que lo debiera ser, se supone que lo causan. El estrés, como síntoma y como experiencia, hay que domarlo o a su vez nos doma a nosotros… Para reconocerlo en sus etapas tempranas es útil saber de la existencia del fenómeno de la angustia-señal.
Por ello, hay que aprender a superar las crisis de la vida, desglosándolas, entendiendo sus componentes, y poniéndolas en sus propias perspectivas --- ya que saber vivir es un arte