Treinta y cuatro mapuches son quienes dependen de nosotros.
Todos tenemos la responsabilidad de hacer que esto cambie:
El gran Toqui de Arauco defendió la tierra en la que vivimos hace 500 años. Dio su vida por la libertad de todos los pueblos de nuestro país al detener la conquista española que había arrasado con todas las civilizaciones del continente. La heroica hazaña de Lautaro plasmó durante trescientos años el respeto del mundo por los indios indómitos del reino de Chile, siendo respetados como una nación digna hasta por el propio Rey de España.
Lograda nuestra Independencia sería el mismo O’Higgins quien los reconoce diciéndoles:
“Chile acaba de arrojar de su territorio a sus enemigos después de nueve años de una guerra obstinada y sangrienta… Las valientes tribus de Arauco… prodigaron su sangre por más de tres centurias defendiendo su libertad contra el mismo enemigo que hoy es nuestro… Siendo idéntica nuestra causa… No hay ni puede haber una razón que nos haga enemigos.”
Es la necesidad unirnos chilenos y mapuches por las mismas causas lo que nos llama y nos obliga a dejar los prejuicios y desconfianzas sembradas, a punta de balas y mentiras, entre nosotros por quienes solo les interesaba apropiarse de las ricas tierras del sur.
Si quinientos años atrás eran los conquistadores españoles los que asesinaban y devastaban a nuestros hermanos mapuches por conseguir el “oro” de sus tierras, hoy son los monopolios trasnacionales y nacionales los que sobornan a nuestros gobiernos y medios de comunicación. La estrategia es clara:
- Reprimir, desplazar y silenciar a las familias mapuches de sus tierras para entregar éstas a las grandes empresas agrícolas y forestales.
- Para esto crean la imagen de un pueblo terrorista, con censura y montajes.
- Una vez creada esta imagen militarizan las comunidades, mantienen un clima de amenaza, tortura sicológica y soborno económico.
- Cuando la violencia policial es muy evidentemente brutal y aun así no logran desplazarlos, crean leyes ad-hoc (ley antiterrorista) amparadas en la Constitución Política de 1980 para poder seguir con la masacre de manera legal.
Sin embargo nada de esto les ha funcionado.
El pueblo de Chile se dio cuenta de las mentiras y hoy se levanta junto sus hermanos araucanos.
Fin a la Ley antiterrorista.
Fin a la militarización de la Araucanía.
Fin al uso de la Justicia Militar en casos civiles.
La única forma de cambiar el sistema corrupto de legislación y transformar la institucionalidad chilena al servicio de las personas, mapuches y no mapuches, y no al servicio de la voluntad del dinero es unirnos por una Asamblea Constituyente que permita a mapuches, pascuenses, aymaras y todas las etnias originarias y contemporáneas, redactar un nuevo texto constitucional que nos defienda como personas, comunidades y naciones y además proteja nuestra Madre Tierra.
La Constitución política de 1980 es la base de la injusta realidad ecológica, indígena, económica y social. Es necesario cambiarla para que todo cambie.si yo creo que
Es en la Constitución donde deben quedar consagrados los derechos de los pueblos indígenas; territoriales, culturales y medioambientales.
Es la redacción conjunta de una nueva Constitución la única manera de asegurar que nunca más pase lo que hoy en Chile.
La Paz será posible cuando logremos sanar las heridas que hemos causado al pueblo de Arauco.
Quizá un motivo de celebración de nuestro Bicentenario es la presencia constante en nuestra historia de personas que han defendido al pueblo Mapuche. En 1812 el Fray Camilo Henríquez declaró valientemente a todo el país:
“Solo el duro Araucano rehúsa las cadenas, y anteponiendo todos los males posibles a la pérdida de su libertad, y sin intimidarse por la inferioridad e imperfección de sus armas, resiste, combate, triunfa a las veces; y cuando es vencido ni decae de animo, ni pierde la esperanza de vencer".
Pablo Ruiz