domingo, 22 de mayo de 2011

UNIVERSIDADES Y SUS RECLUTAS

Sin duda que la realidad educacional de nuestro país es la piedra en el zapato que perturba e incomoda el progreso nacional, tanto en el sentido político-económico, como en el sentido socio-cultural. Es cierto, no es la única piedra, pero es la fundamental para llegar a ser, efectivamente, una nación plenamente desarrollada. Desde el pre-kinder hasta la superior, la educación chilena padece de males crónicos que la tienen, desde hace décadas, en la UTI social. Por estos días el debate se ha centrado en la educación superior, fuente inagotable de encuentros y desencuentros entre las universidades del Consejo de Rectores y las universidades privadas. Lo que discuten, en todo caso, tiene muy poco o nada que ver con el mejoramiento de la calidad de la educación. Derechamente se debate y se vocifera por dinero. Se disputa cada egresado de Cuarto Medio. Cada ciudadano dispuesto a pagar fortunas para obtener un título universitario, un diplomado, un postítulo o un posgrado cualquiera que, supuestamente, lo llevará a un sitial más alto en la escala social. Las universidades todas, sin excepción, juegan con el sueño social, impartiendo carreras saturadas en su campo de acción, y demasiado largas en su formación, con un puro afán de lucro. Los estudiantes de periodismo o publicidad, por ejemplo, están cinco largos años en una universidad que, perfectamente, podría formarlos en dos años y medio. No solamente eso, para que después terminen trabajando en cualquier cosa. Pero estos temas no se discuten o se discuten al voleo. Resulta irónico e irritante oír a las altas autoridades universitarias hablar de excelencia académica, cuando están más interesadas en completar las vacantes establecidas para cada carrera, que en discutir, de verdad, programas que mejoren los niveles académicos en la formación de sus educandos. Quienes llevan la batuta de esta polémica conducente a la nada, en la solución de los problemas que realmente debieran ser el centro de atención de la educación, esto es, estudiantes y educadores, son los rectores de la Universidad de Chile y Universidad Católica, los dos pilares de la educación superior chilena reconocidos por la tradición, sobre todo la primera. Efectivamente, los señores Víctor Pérez e Ignacio Sánchez, rectores de la U y la UC, respectivamente, aparecen cada cierto tiempo en los medios, denostando el quehacer de las universidades privadas. Ahora se trata de la manera cómo las empresas universitarias reclutan a sus estudiantes. Ayer fueron las becas Valech con la Uniacc. Mañana, solo dios sabe. Con todo, es bueno recordar que ayer, algunas universidades del Consejo de Rectores, como la Universidad de Santiago y la Utem, se vieron envueltas en vergonzosos escándalos de corrupción. Tampoco la Universidad de Chile ha estado libre de culpa, puesto que ella es la que administra la prueba de ingreso a la universidad que, como se sabe, ha tenido muchos problemas de gestión, sin hablar del millonario lucro que le reporta, y que no quiere compartir con nadie. En el fondo, lucro es la palabra. No existen universidades sin fines de lucro. Es una falacia. Hoy la universidad es un negocio, lamentablemente. Pero solo algunas de ellas se preocupan de la calidad del producto que venden. Por lo mismo, qué importa cómo llegan los clientes a ellas: si por una prueba que cada vez significa menos en términos cualitativos, o los permanentes y coloridos llamados publicitarios (incluyendo los de la Chile y la Católica) que, durante todo el año, inundan sin pudores de ningún tipo, los distintos medios de comunicación.De la debacle de la educación superior, todas son culpables. Además, es bueno recordarles a la U y a la UC, que más del 60% de la matrícula de la enseñanza superior corresponde a las universidades privadas. El sistema las parió. El sistema las amamantó. El sistema las enriqueció. En consecuencia, nada que reclamar.

Me parece. Alejandro Carrera T. El 21