domingo, 1 de marzo de 2015

EL FIN DEL PODER

Una elite sorda, que vive obsesionada en las ganancias de una pasada económica es lo más nocivo para la democracia, pues la hace incapaz de calcular el valor de los intangibles que otorgan a sus negocios las buenas instituciones y la buena política. Más perjudicial aún es que una parte de ella actúe convencida de estar más allá de la igualdad ante la ley, cubierta por impunidad social, como si ello fuera parte del orden natural de las cosas.
Donde eso sucede, la sociedad alumbra un origen lumpen, de empresarios incultos, que no escuchan ni analizan la ecología social de sus negocios, y hacen caso omiso de valores éticos, reglas del juego, igualdad ciudadana o respeto de la ley. La crisis del Grupo Penta es un ejemplo de esto. Es verdad que golpea frontalmente a la idea de impunidad, pero deja profundas evidencias de lumpen-empresariado y lumpen-política, y alumbra la idea de una crisis de proporciones del modelo económico que rige el país, y los fundamentos políticos que lo sostienen. Parece evidente que el financiamiento ilegal de la política salido a la luz no es un caso aislado sino una práctica corriente para financiar a “los muchachos” por fuera del  marco legal. Dados los vínculos de interés entre política y negocios y la promiscuidad de una economía de asociación público-privada con muy bajos controles, es propio pensar en el canje de favores o sospechar que la captura de las decisiones políticas del Estado resulta un negocio rentable para los corruptores. Con todo, parece que la elite se niega a admitir que el escenario político y social cambió en materia de estándares sobre lo permitido y lo ilegítimo en los últimos tres años. Lo que ayer era astucia empresarial o trabajo de lobbistas, hoy es un acto repudiable para la ciudadanía, y los asesores de imagen ya no pueden apostar al empate político y al manejo de la prensa, y se ven obligados a recomendar a sus clientes colaborar con la justicia. De esta colaboración, si efectivamente es tal, pueden salir a la luz datos que pongan transparencia sobre hechos y temas que hemos sostenido permanentemente en nuestros editoriales los últimos años, motivados en su mayoría por la seguidilla de escándalos que conmovieron al sistema financiero, al retail, los temas ambientales en el pasado reciente y la total impasibilidad efectiva de la política, más allá de la retórica del momento.
Es esa sordera persistente lo que hoy aumenta el tono de crisis frente a temas que debieran haberse controlado a tiempo:
“El empresariado nacional debiera tener la sensibilidad suficiente para percibir que los hechos anómalos que han golpeado el sistema financiero nacional el último tiempo constituyen una bomba de tiempo para la credibilidad y legitimidad de todo el sistema financiero. Y entender que entorpecer las investigaciones que, en muchos casos obligada por la evidencia pública de los hechos, lleva adelante la autoridad regulatoria es literalmente dispararse en los pies”. “Si el funcionamiento del mercado deja en evidencia una concentración de operaciones y actividades al borde de la legalidad, con gran amparo de vínculos familiares o de negocios y una malla de poder con ramificaciones políticas a todas partes, significa que los empresarios están horadando su propia base de poder en un escenario de cambio”                                      El Mostrador  Marzo 2015