lunes, 4 de agosto de 2008

¿LOS DERECHOS HUMANOS EN CHILE ?

Hace una semana caminaba por el paseo Huérfanos, buscando un “lustrabotas”, antes de llegar a Morandé me llamó la atención una mujer lustrabotas, la única de los tres puestos que hay en esa cuadra, probablemente por razones de solidaridad de género decidí lustrar mis zapatos con ella.
En poco menos de 10 minutos y mientras me prestaba sus servicios, la señora Lidia, de 51 años, me contó algunas cosas de su vida, viuda, 4 hijas/o y una nieta, hace un año que dejó sus labores de dueña de casa para trabajar en el puesto de lustrabotas.Las razones de la señora Lidia para ingresar al mercado laboral semiformal no obedecen a aspiraciones de desarrollo profesional o económico, ni de reivindicación de género, especialmente considerando su oficio; si no que lamentablemente en agosto de 2007 su marido de 55 años falleció, un par de meses antes había visitado al médico -lujo que no podían costear- y le diagnosticaron varias enfermedades crónicas, las que por falta de recursos y de tiempo no pudieron ser tratadas, por lo que se resignaron a esperar lo peor.Sin preparación ni capacitación para desempeñarse en otro tipo de trabajo, la señora Lidia debió comenzar a lustrar zapatos para mantener a su hija de 11 años, su hija cesante de 30 y su nieta de 15 años (hija de la anterior).Hace una semana le preocupaba juntar suficiente dinero para comprar el gas, le habían avisado desde su casa un rato atrás que se había acabado y que estaban cocinando en una estufa eléctrica; hoy pasé de nuevo, esta vez le pregunté su nombre.En esta oportunidad la preocupación de la señora Lidia era reunir dinero para pagar la patente de su puesto de lustrabotas, de $21.000 y que le permite mantener su única fuente de ingresos; ella no había almorzado hoy, para que cada $350 que paga el cliente por lustrar sus zapatos solo fuese destinado a pagar lo adeudado a la Municipalidad de Santiago. Obviamente .deberá descartar asumir cualquier costo del tratamiento prescrito en el consultorio por la depresión grado 2 que le diagnosticarona.La señora Lidia y su marido ya fallecido son un ejemplo de miles de hombres y mujeres pobres en Chile (14% de la población en el 2006 según informes gubernamentales), jefes/as de hogar, que gran parte de su vida han trabajado en su casa o fuera de ella, sin ningún tipo de retribución o remuneración justa y equitativa, sin protección de su salud ni sistema previsional, sin acceso a capacitación, ni educación, sin posibilidad de mejorar su calidad de vida y la de su familia, sin poder romper el famoso "círculo de la pobreza".Me pregunto ¿qué más podemos hacer por ella”, por tantos/as otros/as, ¿qué hacemos como país para solucionar estas carencias y desprotección social”, no basta con darle una propina o un pago extra por sus servicios, ni recomendar sus servicios a otros, no basta con escribir estas notas y que otros/as las lean.LOS DERECHOS HUMANOS de la señora Lidia y de su familia, también de su marido fallecido, han sido y son vulnerados cada día, pero no podemos demandar, denunciar, querellarnos o recurrir en contra de nadie, por que el Estado solo es responsable de prevenir y proteger los derechos humanos civiles y políticos, es decir podemos transitar libremente, podemos expresarnos, reunirnos, asociarnos, elegir a nuestros representantes, además tenemos garantizado el no ser esclavos ni ser torturados y por sobre todo tenemos derecho a la vida.Pero el Estado, quien constitucionalmente tiene el deber de estar “al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible,”“ (art. 1), no se hace responsable de que sus vidas sean dignas, de que la señora Lidia y sus hijas tengan educación, salud, alimentación, un trabajo, salario mínimo y suficiente, seguridad social, vivienda, menos aún se hace responsable de que -tarde o temprano- no mueran por no tener acceso a estos “otros” derechos.Ellas simplemente deberán asumir que en esas condiciones nacieron y que no tendrán más oportunidades que estas.

Yanira Godoy Coordinadora de Desc. A.I. Chile Julio 2008